Pase el tiempo navegando sin rumbo por mi cabeza, llegue a la conclusión que no lo puedo hacer todo.
Hoy por hoy dispongo de mucho ánimo para poder describir la relación impura que sostuve con un vagabundo de los sueños, un poeta empedernido lleno de adicciones y intrépidamente cuestionado por todo su alrededor.
Pasare primero a describirlo como un aventurero poseído por la magia de lo imposible, plasmando cada detalle de la vida en su cuaderno de mentiras, pobre loco alucinante llego a descifrar mi secreto. Como lo extraño desde lejos me domina su recuerdo.
Todo empezó cuando desde la ventana de mi habitáculo observe desde lejos en el viejo roble a un joven acomodado en la hierba como fusionado con el verde pasto; su vestimenta era sin cuidado y su cabello llegaba hasta sus hombros, juro sinceramente que no pude ver su cara ya que la lejanía me lo impedía. Probablemente ese pobre hombre que llenaba mi alma de envidia me hizo pensar en lo importante que puede resultar la soledad.
No me quedaba mas que soñar que era libre, mi condición era tan limitada por mi encierro no podía salir de esa habitación ambientada para que no me faltase nada un persona desconozco aun su sexo su edad y su nombre introducía los alimentos por un orificio creado especialmente para llenar ese requisito. La ropa de igual manera aparecía en una caja de madera fijada a la pared de un extremo a lo exterior y de otra a la esquina de la recamara. La cama del un tamaño justo a mi cuerpo, con color azul oscuro su ropaje y diez almohadas que las colocaba sobre la caja para evitar la claridad. Aunque el techo era de tragaluz. Había un cuadro sobre la pared no podré decirle nombre del pintor ya que no entendí los garabatos que se sobreponían en la parte inferior derecha del cuadro. El baño era una fantasía creo que es un regalo a mi encierro, siempre había lo necesario para mi aseo, por alguna razón no les gustaba el desorden ni la suciedad a las personas que me tenían en esas condiciones. Si aprendí a leer y a escribir, si, si lo hice recuerdo que mucho antes de limitar mi espacio yo recorría la casa. Un jardín como once habitaciones de tres pisos. Un piano y muchos libros. Desde temprano una joven mujer me enseño a leer su nombre de igual manera no lo conocí solo le decía nodriza, ella llegaba todas las tardes a enseñarme escritura, gramática, historia, ortografía, música y redacción. También no recuerdo cuanto tiempo estuvo conmigo ni que edad tenia yo en ese entonces solo se que por alguna razón no habían calendarios, a veces pienso que estoy en la guerra que se desato o algo por el estilo. Cada treinta días aparecen seis libros en la puerta, se que es así porque en mis libretas suelo marcar mi levantar. Mi encierro es agudo, no se si es delito lo que hacen conmigo pero se que es la única condición que he conocido. Hoy ya el día veinte de el mes que diré que es agosto de el año doce en mi tiempo no se que hora es pero el sueño es constante en mi faena, la oscuridad se presenta y no me queda mas remedio que dejarme dominar por mis circunstancias. Ahora solo escribo pidiendo ayuda tal vez mi nota escrita en papeles usados sirva para recordar a alguien que no dejo ninguna huella en la playa. En medio de mi locura se revuelca el pensamiento de que algún día imposible conoceré el mar al leer la descripción de el lugar donde Odiseo navego me da curiosidad, ¿estará vivo o solo será el delirio de un escritor? En fin no me hagan caso en este instante ya no responden mis dedos, relevante hace un rato y logre ver su sombra el joven sigue ahí solo que ahora puedo ver su rostro, será él que al igual a Rapunzel hará que salga de este encierro, la verdad será muy difícil que lo haga sin conocer mi existencia. Probablemente sea un aliado a esas intensiones ocultas. No lo sabré pero esta vez será diferente porque esta vez quebrare la ventana y dejare caer estas hojas pero esperare a que la sombra sea mi aleada.
Ahora descansaré hasta la madrugada no sabré como termina mi aventura como ese hombre que solo poseo en mi mente, pero seguiré viendo a ese hombre desde mi ventana.
Otro levantar confuso, presiento que hoy será un día distinto entre mis cuatro paredes, pienso darme a conocer y que las personas sepan de mi existencia.
Desde el hace 10 días que paso lo de el joven que observe desde mi ventana, aun no se nada de él, hasta he pensado que talvez sea solo mi imaginación o quizá algo mas macabro; talvez sea uno de mis prisioneros y el día en el cual grite o quiebre la ventana aparecerá y acabara con mi vida; talvez no sea así. Solo soy victima de mis circunstancias.
Solo recuerdo el ruido que me despertó en la mañana era los libros del mes, mis sabios y dulces amigos que me dan cordura o me llenan de locura, no los se, aun.
Entre ellos un diccionario ilustrado, me pareció fascinante ya que pude aprender nuevas palabras. Conocer paisajes y países. Escudriñe el alfabeto y me di cuenta que estamos llenos de palabras y en mi caso nada de acción.
Tal vez cometí un pecado por el cual merezca ser carcelera, me volveré loca si no se lo que sucede en mi vida.
De repente escucho pasos y finjo demencia, pero esta vez los pasos se escuchan desde afuera y no puedo saber quien es, abro la cortina y el él mismo joven trata de acercarse más. Lo se por la sombra que se agiganta sincronizada con los pasos.
Y por instinto tome el diccionario y lo tire en la ventana.
Pensé- ¡por fin en libertad¡
Pero el diccionario no provoco que se rompiera la ventana, no lo comprendía se que el vidrio se quiebra. Ya que una vez me dejaron un adorno de un cisne, era como hecho por hielo lo tocaba y me maravillaba pensé que era un sueño tenerlo, hasta que lo coloque con descuido en la repisa, sin esperar se quebró y callo en pedazos en el suelo.
No entendí que mi encierro estaba lleno de penumbras, no era vidrio.
Ahora seque lo que presentí en el día solo fue una utópica manera de ver las cosas. Solo fue un suspiro lleno de tristeza y frustraciones.
¿Cuando podré ser libre? ¿Habrá escuchado el caer del libro en el suelo?
¿Creerá que hay alguien con vida en esta habitación? No lo se.
Tal vez la vida es eso un encierro eterno donde lo necesario llega día a día y vivamos cada quien en un hogar sin familia. Tal vez el encierro me volvió una desquiciada.
Trato de recordar que fue lo que hice para merecer esta tortura.
Solo recuerdos vagos, como el de mi nodriza enseñando y caminando en las habitaciones. Había un hombre que me llamaba Luz tal vez ese sea mi nombre.
Tal vez las respuestas me las de la vida o tal vez sabré el secreto hasta que muera.